En la segunda década del siglo XXI ya no habría ni que plantearse la opción de una sociedad totalmente inclusiva. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. Afortunadamente, los investigadores de nuestras universidades no dejan de buscar formas de mejorar la situación con la ayuda de la tecnología y de los sistemas de comunicación.
Una de las mejores formas de conseguir la igualdad de oportunidades es el acceso a la educación superior.
Poder practicar deporte a cualquier nivel también contribuye a acercarnos los unos a los otros.
La transferencia a la sociedad de los logros de los investigadores, junto con una mayor sensibilidad por parte de todos harán que, un día no muy lejano, consigamos construir una sociedad sin barreras.