Coronavirus ya habíamos tenido con anterioridad, pero sus consecuencias nunca habían sido tan graves. Los coronavirus son una familia de virus muy antigua y muy extensa que suele habitar en murciélagos y algunos tipos de aves. Sin embargo, solo algunos de estos virus afectan a los humanos con mayor o menor gravedad.
Desde el 2003 conocemos los estragos de un síndrome respiratorio agudo y grave, el SARS Cov1. El nuevo coronavirus que ha arrasado por todo el planeta ha tomado el mismo nombre con numeración correlativa, SARS Cov2. La enfermedad que provoca el virus en los humanos es la Covid19, la d viene de disease, enfermedad en inglés.
Pasará todavía algún tiempo hasta que sepamos con certeza cómo este coronavirus ha llegado tan lejos. Cómo pasó de los murciélagos a los humanos, por dónde viajó y qué mutaciones sufrió. Lo que sabemos es que ha afectado y afectará a millones de personas en el mundo. Por eso son tan importantes la salud pública y las recomendaciones de los expertos, siempre, no solo en tiempos de pandemia.
En momentos de crisis tan profundas es difícil tomar las decisiones correctas y es fácil criticar a quienes las tienen que tomar. El exceso de información, el miedo y, en ocasiones, la falta de rigor, generan confusión y crispación. Las estrategias científicas son las que son y tenemos nuestras esperanzas puestas en ellas.
Mientras llega la ansiada vacuna nos adaptamos a unas nuevas reglas del juego basadas en el sentido común, la prevención y la protección de la sanidad pública para evitar que se repitan los colapsos y para que todos podamos tener acceso a cuidados de calidad.